Su renuncia durante el acto de proclamación a vestir el manto de armiño; las fotografías acariciando y bendiciendo a Asia, la perra de un periodista italiano invidente; y su elección del nombre de Francisco en reconocimiento de San Fancisco de Asis como sinónimo de amor por la creación divina, son gestos significativos que el Papa ha realizado de forma intencional.
Estas señales, hasta ahora percibidas del nuevo papa, invitan al optimismo y a la esperanza de que una institución como la Iglesia católica comience a plantearse determinados aspectos morales de la relación del ser humano con los animales que hasta ahora habían sido ignorados por esta institución.
Habrá que exigir al nuevo Papa un compromiso serio en contra del trato que se dispensa a los animales, así como una exigencia pública a todos los católicos del mundo para que eviten y erradiquen los actos crueles e inmorales contra los animales que se siguen produciendo.
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